Al 6 de julio pasado, los productores argentinos –según los últimos datos oficiales– habían vendido 19,95 millones de toneladas de soja 2021/22, una cifra que representa un 45,3 por ciento de la cosecha estimada por el Ministerio de Agricultura (44,0 millones de toneladas).

Se trata, tanto en términos nominales (toneladas) como porcentuales, de la cifra más baja del último lustro, lo que muestra claramente que la voluntad de venta de soja se encuentra limitada por el panorama incierto tanto a nivel local como internacional.

El nivel de comercialización de soja al 6 de julio es, en el promedio del último lustro, del 54,5 por ciento. Sin embargo, debido a que en 2017/18 se registró una intensa sequía que redujo la cosecha a un magro número de 37,7 millones de toneladas, esa cifra puede estar distorsionada por un fenómeno extraordinario.

Si quitamos el dato del ciclo 2017/18 y sumamos en el promedio el de la campaña inmediata anterior (2016/17), entonces el promedio de comercialización de soja para el 6 de julio es del 51,3 por ciento, es decir, una cifra seis puntos por encima de la registrada en la presente campaña.

No es una buena noticia para los que tienen entre manos la originación de soja en el mercado disponible, dado que la mayor parte de los productores se aferran a los porotos como “reserva de valor” frente a la incertidumbre.

Exportaciones

La contrapartida del bajo nivel de ventas de soja es un volumen declarado de exportaciones de harina de soja a la fecha muy bajo: apenas se registraron embarques 2021/22 por 11,21 millones de toneladas con un volumen que en agosto próximo apenas suma 475 mil toneladas.

Además de la caída reciente del valor internacional de la soja, el crecimiento sustancial de la “brecha cambiaria” deprime por demás el valor actual de la soja medido en “dólar billete”.

La pobre performance procesadora y exportadora de harina de soja por parte de la Argentina está siendo muy bien aprovechada por los países vecinos y competidores de Brasil y Paraguay.

Fuente: Dos Florines